
José Antonio Hernández Navarro nació el 4 de Diciembre de 1954 en el Rincón de Almodóvar, lugar perteneciente a la pedanía murciana de Los Ramos. Hijo de Juan Antonio Hernández y de Isabel Navarro, es el mayor de cuatro hermanos, José Antonio, Juan Antonio, Emilio Agustín y Miguel Ángel.
Desde su infancia se ha sentido atraído por el dibujo y el modelado, siempre se recuerda pintando, dibujando o realizando figuras con el barro de las acequias.
Cursó sus primeros estudios en la localidad vecina de Alquerías. Durante el bachillerato, y pese a la oposición paterna inicial a que se dedicara a la escultura, accedió al taller de la escultora Elisa Seiquer gracias a un profesor suyo del instituto. Al poco tiempo, por mediación del párroco de Alquerías, Rvdo. Francisco Arnaldos, comenzó a visitar el de José Sánchez Lozano.
En el taller de Elisa Seiquer conoció al artesano belenista Pedro Serrano Moñino, con el que pasó a trabajar a los quince años como modelista-escultor en su taller situado al principio del camino de Churra. Por estas fechas, aconsejado por Elisa Seiquer, se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios en la especialidad de dibujo. Asistió a las clases durante tres años.
Por las mañanas, temprano, cogía el autobús con destino a Murcia, y en la capital se pasaba todo el día compaginando las visitas a los talleres de Sánchez Lozano y Seiquer, trabajando la belenística con Serrano Moñino y asistiendo a las clases de la Escuela de Artes y Oficios. Debido al tiempo cada vez mayor que le dedicaba a la escultura, terminó el bachillerato superior por libre.
En 1972 realizó su primera obra: la “Virgen de la Huerta”. La imagen estuvo muchos años emplazada en la casa familiar del Rincón de Almodóvar, hasta que se levantó, con diseño del propio Hernández Navarro, la Ermita de la Huerta. Ésta se consagró en 1980 ocupando la Virgen, desde ese momento, el centro del altar mayor.
Con dieciocho años abandonó el taller de Pedro Serrano Moñino para pasar al de los Hermanos Manuel y Juan Antonio Griñan, que en 1972 habían montado taller propio en Puente Tocinos. Con ellos estuvo trabajando hasta 1986. A partir de 1982 el número de horas que trabajaba la belenística se fue reduciendo paulatinamente, ya que los encargos de las cofradías de Semana Santa fueron ocupándole cada vez más tiempo.
En 1978 marchó a Zaragoza para cumplir el servicio militar. Durante su estancia realizó varios retratos al óleo para sus compañeros y tres obras en estuco bronceado para el Centro de Instrucción de Reclutas Nº 10, Alegoría al Soldado Caído, Soldado en Combate y un escudo.
El 30 de Noviembre de 1980 contrajo matrimonio con Paquita Rubio Nicolás en la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol de Los Ramos. Tienen dos hijos Francisco José, el mayor, y José Antonio, pero ninguno de ellos ha sentido la vocación por la escultura.
1982 supondrá para Hernández Navarro el verdadero punto de partida en su trayectoria artística. En ese año la Cofradía del Perdón de Murcia abrió un concurso para la realización del paso de La Coronación de Espinas, al que se presentaron José Hernández Cano y José Hernández Navarro, siendo elegido el boceto del segundo. A partir de la realización de esta obra empezaron a lloverle encargos, sobre todo de hermandades y cofradías de Semana Santa, lo que le permitió montar el taller en su propia casa de la calle Saturno, en el barrio de la Estación de Los Ramos, e instalarse de manera autónoma como escultor.
El seis de Enero de 1996 fue nombrado Restaurador de la Virgen de la Fuensanta, sustituyendo en el cargo a José Sánchez Lozano. Hasta el momento tan solo ha tenido que intervenirla en desperfectos de escasa importancia.
En 1997 cambió de domicilio. El diseño, al igual que la Ermita de la Huerta, corrió a cargo de él, por lo que se pueden apreciar rasgos análogos en ambas construcciones. El taller y la vivienda se levantaron en el número tres de la Vereda del Chocolate en Los Ramos. El nuevo estudio tiene dos ventajas con respecto al anterior: por una parte la amplitud y por otra que está en planta baja, lo que facilita el transporte de materiales y obras.
Durante el año 2000 buena parte de sus esfuerzos fueron encaminados a dirigir los preparativos y actos de la Coronación de la Virgen de la Huerta. Sin duda alguna se trata de la imagen más mimada y querida por José Hernández.
El veinticuatro de octubre de 2000 fue nombrado académico de la Real Academia de Santa María de la Arrixaca.
FORMACIÓN
La formación artística de José Antonio Hernández Navarro se inicia primero en el taller de Elisa Seiquer y posteriormente en el de José Sánchez Lozano. Su asistencia va a estar destinada fundamentalmente a aprender modelado, pero ya allí también se va a fijar en como se realizan los diferentes procesos de una escultura. En estos años va a ser de singular importancia sus paso durante tres años por la Escuela de Artes y Oficios en la especialidad de dibujo. Hernández Navarro considera que su estancia durante este tiempo le permitió entender y sentir pasión por el dibujo, a lo que se añade que Juan González Moreno era profesor de la Escuela y allí estaban los bustos en escayola de las imágenes del Lavatorio y algunas obras más de él. José Hernández dibujo en multitud de ocasiones tanto los bustos del Lavatorio como modelos de cabezas de niño del escultor de Aljucer.
También en su formación como modelista fue importante los tres años que pasó trabajando en el taller belenista de Pedro Serrano Moñino y posteriormente en el de los Hermanos Griñán.
Pese a todo José Hernández Navarro afirma que no tiene maestro ya que considera que no estuvo el suficiente tiempo en ningún taller. Incluso llega más lejos al apuntar que ha aprendido más de los oficiales que de los maestros, ya que estos últimos son muy recelosos de enseñar sus técnicas y trucos a los aprendices. Hernández Navarro juzga que en su formación fue de vital importancia la aportación de Francisco Moreno Galiana, yesero de la Escuela de Artes y Oficios que conoció en el taller de Elisa Seiquer. Cuando le llegaron los primeros encargos de las cofradías de Semana Santa, Moreno Galiana estuvo como su ayudante realizando los moldes de escayola y sacando de puntos las imágenes. Además tuvo un papel fundamental al ser la persona que le solucionaba las dudas y problemas técnicos que le iban surgiendo. trabajó en el taller hasta 1986, año en que acaeció su muerte.
Lo cierto es que pese a que Hernández Navarro suele renunciar de su vinculación a lo Salzillesco y especialmente a la escuela que se formó en torno al taller de Sánchez Lozano, sus inicios están marcados tanto técnica como estéticamente por esta tradición, ya sea en su faceta como belenista o como escultor en madera policromada.
Por una parte la línea fundamental de trabajo en los talleres belenísticos murcianos, está sujeta al estilo definido por las obras que realizó Salzillo en este campo. En algunos casos se apuntaron ciertos aires de renovación, pero no fue el caso de los talleres donde estuvo trabajando José Antonio Hernández.
Por otra parte, el primer contacto de Hernández Navarro con los entresijos de la escultura en madera policromada lo va a tener con José Sánchez Lozano. Por estos años el maestro tenía en su taller un buen número de oficiales y aprendices que le permitían sacar hacia adelante la enorme cantidad de trabajo que le llegaba. A la labor de restauración de las imágenes dañadas y la reposición de otras que desaparecieron por completo durante la Guerra Civil, hay que añadir que en buena medida los comitentes, especialmente las cofradías de Semana Santa, buscaban que las obras a realizar supusieran el mantenimiento de las fórmulas estéticas barrocas y particularmente salzillescas, siendo considerado José Sánchez Lozano el más adecuado para llevar a cabo esta labor.
La tercera pieza en el trípode formativo de José Hernández la debemos buscar en su inquietud e interés por el mundo del arte. Mucho de lo que aprende será de forma autodidacta. Pese a no haber realizado cursos ni estudios especializados en Historia del Arte, sus conocimientos son muy amplios gracias a la considerable biblioteca que posee sobre este tema. Revisando los títulos de sus libros se puede apreciar un interés especial por el mundo del renacimiento y del barroco, sintiendo menor atracción por el arte contemporáneo, aunque en conversaciones con él también demuestra que lo conoce. De igual modo domina ampliamente la producción de escultura española en madera policromada, especialmente la de los grandes maestros del siglo XVI en adelante. Es un profundo admirador de las obras de artistas como Berruguete, Juan de Juni, Martínez Montañés, Gregorio Fernández, Alonso Cano, Pedro de Mena, Salzillo, Capuz, González Moreno… a los que sabe sacarles sus enseñanzas, pero nunca copiándoles.
Por último, en su formación autodidacta, junto a los libros debemos considerar la enseñanza que le reporta la práctica artística. La inquietud e inconformidad que demuestra a la hora de resolver técnicamente sus imágenes, provoca que en su quehacer esté buscando continuamente nuevas soluciones que satisfagan sus expectativas. Su obstinación ante el estancamiento de las fórmulas escultóricas ha transformado su carrera artística en un camino de constante aprendizaje.
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